Queridos
alumnos:
Hoy, un día antes del 11 de
septiembre, celebramos el Día del Maestro recordando el fallecimiento de
Domingo Faustino Sarmiento. Un hombre singular de nuestra
historia, romántico por ideología y naturaleza, perseguidor de su propia
libertad. Este hombre inspiró con su carácter y obra a cantidad de argentinos
que creyeron junto a él que la protección de la libertad residía en la
educación del hombre.
Junto a Juana Manso,
una valiosa mujer de nuestra historia, logró extender su proyecto de
educación a todo a todo el país. La tarea no fue fácil y ese derecho que hoy
todos nosotros ejercemos, disfrutamos y defendemos se llevó la vida, los sueños
y la pasión de nuestros antecesores. Es por eso que hoy celebramos nuestra
cotidianeidad. Este pacto entre nosotros y ustedes, esta ceremonia diaria que
da vida al sueño que todos los que estamos aquí queremos volver realidad: una
educación que nos haga libres.
Por eso les propongo celebrar
nuestras clases. Son para nosotros, los profesores, la puesta en práctica de nuestra vocación:
transmitir a otros seres humanos la habilidad de usar y apropiarse de saberes
para conocer su identidad, y así poder formarse como sujetos completos, hijos
de un tiempo y un lugar al que se sientan pertenecer. Hacer de ustedes futuros
ciudadanos competentes y críticos, que accedan al poder por medio del uso de
sus propios y compartidos saberes. Incluir su voz en un mundo cambiante,
difícil.
Celebramos también nosotros, los
profesores, este día de la educación porque
queremos guiarlos en ese camino y sabemos que todo lo que hemos
aprendido ni se compara con todo lo que aún nos queda por aprender. Nosotros
les enseñamos tanto como lo que aprendemos, nos cuestionamos, replanteamos y
evaluamos a nosotros mismos en cada clase para ser mejores profesores, para
mantener viva la pasión y el amor que nos permita llegar más a nuestros alumnos
y convencerlos de lo que nosotros sabemos con certeza: ustedes son tan geniales
como se propongan ser. Sólo es necesario intentarlo, todos los días.
Por último los invito a pensar
en el deber. Íncomoda palabra si la oponemos a voluntad. Pero si la ligamos al
deseo y al amor,se acerca mucho al trabajo docente, porque hacemos lo que
amamos, creemos en lo que enseñamos y porque es parte de la naturaleza humana intentar
cumplir y alcanzar aquello que es bueno. Tenemos el deber de aprovechar nuestra
vida, de honrarla. Y entre esos deberes está el de cultivar nuestra mente,
conocer y dar a conocer el trabajo de quienes nos precedieron y por medio del
saber, actuar en el mundo para hacerlo mejor.
Feliz día del maestro para
ustedes y para nosotros. Honrémoslo.